Introducción
Generar ambientes sociales donde haya felicidad es algo que nos concierne a todos como personas. Eso sí, no es un cuestionamiento moderno; al contrario, es una inquietud milenaria que lleva cientos de generaciones de reflexión profunda. Desde los poemas y epopeyas de Homero en Grecia, hasta los icónicos pensadores atenienses como Sócrates, Platón y Aristóteles, la humanidad lleva cuestionándose sobre los factores que integran la felicidad y cómo poderlos cultivar para lograr alcanzarla. Ahora somos muy afortunados, pues lo que antes habría sido una completa odisea, el recabar la mayor información posible para llegar a una verdad y a ciertas respuestas más objetivas, hoy en día contamos con las tecnologías de la información las cuales nos acortan y facilitan el camino. Tal es así que en este año 2023 se cumple el décimo aniversario del World Happiness Report, una encuesta global que reporta cómo las personas evalúan sus propias vidas en más de 150 países, con el objetivo de entender y medir el bienestar subjetivo.
El World Happiness Report definió 6 variables que tienen un impacto importante en la percepción subjetiva del bienestar. Éstos factores son: PIB per cápita, tener alguien con quien contar (relaciones personales positivas), salud y expectativa de vida, sentido de libertad para tomar decisiones de vida relevantes, generosidad (emociones positivas), y confianza (medida como ausencia de corrupción).
El objetivo de este ensayo es el argumentar cómo una de las variables mencionadas anteriormente podría contribuir al desarrollo de ambientes que generen felicidad. La hipótesis por probar es cómo el tener relaciones personales positivas fomenta la creación de ambientes sociales felices. ¿Por qué elegí esta variable? Primero, por razones personales; he tenido la fortuna de vivir en un gran núcleo familiar positivo y podría asegurar que parte de mi felicidad y bienestar es gracias a mi familia y a mis amistades cercanas. Y segundo, por razones profesionales; gracias a mi carrera cómo autor y creador de contenido, he sido testigo de bastante evidencia que demuestra el punto a probar. A continuación, compartiré 3 estudios científicos para comprobar cómo las relaciones personales positivas logran generar ambientes sociales felices.
El efecto Roseto
Muchos buscamos generar ambientes sociales felices enfocándonos en vivir una vida saludable y longeva al desarrollar hábitos positivos, tales como el autocuidado, comer de cierta manera o gestionar el estrés, por mencionar algunos. Pero lo que sucedió en una pequeña comunidad italo-americana en Estados Unidos en los años 60s nos puede ayudar a reconsiderar donde poner nuestro enfoque como sociedad. En 1961 el doctor de la comunidad de Roseto, Pennsylvania, junto con el Dr. Stewart Wolf de la Universidad de Oklahoma, detectaron la inusual baja cantidad de infartos que sucedían en la comunidad a comparación de otras poblaciones en la época, Kleponis (2018). Durante los años 1954 a 1961, Roseto casi no registró infartos en sus grupos de alto riesgo de hombres de 55 a 64 años. Los investigadores primero pensaron que eran los hábitos dentro de la comunidad, pero se llevaron la sorpresa que no tenían los mejores hábitos del mundo: fumaban cigarros sin filtro, tomaban vino, y no seguían una dieta Mediterránea tal cual. Después de cierto tiempo de estudio, el Dr. Wolf terminó atribuyendo la baja cantidad de infartos al poco estrés dentro de la comunidad generado por una sociedad muy cohesiva, donde se vivía un ambiente muy cercano y los aldeanos estaban muy unidos entre sí, a tal grado de que no existía el crimen en Roseto.
Los investigadores llamaron a tal fenómeno “El Efecto Roseto”, en dónde una comunidad muy unida lograba impactar de manera positiva al bienestar de la sociedad. Incluso tal efecto desapareció y se lo atribuyen a la erosión de las tradiciones sociales y familiares dentro de comunidad. Tal y como lo planteó Egolf, Lasker, Wolf y Potvin, al examinarse los certificados de muertes de Roseto y de un pueblo aledaño llamado Bangor desde 1935 hasta 1985, “la información sí confirmó una diferencia significativa entre Roseto y Bangor durante el tiempo donde existían muchos indicadores de una gran solidaridad social y homogeneidad en Roseto” (1992, p.1). Sin embargo, después de algunos años, Roseto llegó a los mismos niveles de mortalidad relacionada a cuestiones cardiacas en comparación con Bangor debido a la pérdida de las tradiciones sociales. El Efecto Roseto nos demostró, por ambos lados, que el tener tradiciones que refuercen las relaciones personales positivas genera sociedades con menor estrés, menos aislamiento, mayor salud y, por ende, ambientes sociales que propician la felicidad.
El secreto de la felicidad
Una investigación de casi 80 años realizada por la Universidad de Harvard ha encontrado que el secreto de la felicidad: el establecer relaciones positivas y de calidad ayuda a las personas a vivir más tiempo y ser más felices. En 1938 durante la Gran Depresión, un grupo de científicos de Harvard comenzó a dar seguimiento a la salud de 268 estudiantes la misma universidad para poder determinar las claves que los llevarían a vivir a una vida saludable y feliz. Después de casi 8 décadas, Robert Waldinger, el director actual del estudio, un psiquiátrico del Hospital General de Massachusetts y profesor de psiquiatría en la Universidad de Medicina de Harvard, compartió lo siguiente: “El sorprendente hallazgo es que nuestras relaciones y qué tan felices somos en ellas tiene una influencia muy poderosa en nuestra salud” Mineo, (2017). Lo que el estudio reveló fue que, más que el reconocimiento o el dinero, lo que mantenía felices a las personas a lo largo de su vida era la cercanía y la calidad de sus relaciones.
El tener relaciones positivas cercanas no sólo nos hace sentir más felices, sino que éste estudio determinó sus increíbles beneficios para nuestra salud. Aquellas personas que mantenían relaciones más cálidas tendían a vivir más años, y las personas más solitarias solían morir antes. “La soledad mata. Es tan poderosa cómo fumar o cómo el alcoholismo” (Waldinger, 2016). El tener buenas relaciones protege tu cerebro, pues las personas que suelen estar en relaciones donde hay confianza y seguridad suelen desarrollar una mejor memoria al contar con recuerdos más nítidos por más tiempo. Sin duda, si procuramos nuestras relaciones personales positivas incrementarán las expectativas de vivir una vida saludable y feliz, y así ser agentes de cambio para generar comunidades con mayor felicidad.
Ambientes sociales para la felicidad
Aunque ya se haya comprobado con los estudios anteriores la correlación directa entre las relaciones positivas personales y la felicidad de las distintas comunidades, falta algo muy importante: el factor global. Ambos estudios mencionados anteriormente hablan de dos comunidades en específico; de los habitantes de Roseto, en Pensilvania, y de los estudiantes de Boston y de su descendencia. Por lo mismo es importante cerrar con broche de oro con una investigación que no se haya centrado en una sola comunidad y un solo país, sino que contenga más datos a nivel mundial. Aquí es donde es importante mencionar los hallazgos de la 8ava edición del World Happiness Report con su enfoque especial en los ambientes de felicidad.
Los descubrimientos al dar seguimiento a la calidad de vida en más de 150 países nos pueden dar una muy buena guía para poder adoptar buenas prácticas en nuestras comunidades. En el segundo capítulo del World Happiness Report del 2020 se comparten ciertas conclusiones que llamaron mi atención. En promedio, los países de América Latina todavía tienen evaluaciones más altas que las predichas por el modelo y la diferencia se la han atribuido a una variedad de factores, incluidas algunas características únicas de la vida familiar y social (Helliwell, Huang, Wang y Norton, 2020). También los datos demostraron que el ambiente social, reflejado en la calidad del sentido de vecindad y la vida en comunidad, permite que las personas vivan mejores vidas. Incluso, también concluye que las personas que suele importarle el bienestar de los demás en su comunidad, tienden a reducir la inequidad de la felicidad y logran subir la felicidad para todos. Sin duda, las relaciones positivas personales en la familia, la vecindad y en la comunidad, son factores clave para propiciar ambientes sociales que generen felicidad.
Conclusión
No cabe duda que la variable examinada durante este ensayo, el contar con relaciones positivas personales, es un factor indispensable para generar ambientes sociales de felicidad en donde quiera que estemos. Ya sea por las tradiciones heredadas de nuestros familiares, como sucedió con la comunidad de Roseto, o por la cultura en la que vivimos, como el sentido de comunidad en América Latina, es importante conocer la relevancia de dicha variable para así poder instalar los hábitos y protocolos correctos en nuestras distintas esferas sociales y poder provocar la felicidad que tanto buscamos vivir en nuestra sociedad. Algunas acciones recomendadas para pasar del papel a la realidad podrían ser: restaurar tradiciones familiares que solían unir a los miembros de la familia, practicar de manera constante la comunicación asertiva con nuestras relaciones, darnos el tiempo de procurar a nuestras amistades, ya sea por llamada o con algún encuentro, y agendar un acto de servicio social de manera mensual, para así contribuir con la felicidad de los más desfavorecidos, por mencionar algunas actividades que van desde la familia hasta la sociedad.
Es importante destacar que ahora que ya contamos con cierta evidencia científica sobre el poder de las relaciones personales positivas, tenemos de alguna manera la responsabilidad de ir más allá de nosotros. Está bien el buscar, cultivar nuestra propia felicidad y la de los nuestros, pero con esta información a la mano, es como quedarse con un tesoro y no compartirlo. Qué increíble será poder leer el World Happiness Report en algunos años y ver a nuestro país dentro de los lugares más felices del mundo, todo por personas como tú y como yo que no se quedaron con los brazos cruzados y decidieron tomar acción. Es momento de que la felicidad pase de estar en manos de algunos pocos y comience a ser disfrutada por muchos.
Lista de referencias:
Egolf, B., Lasker, J., Wolf, S., & Potvin, L. (1992). The Roseto effect: a 50-year comparison of mortality rates. American journal of public health, 82(8), 1089-1092.
Helliwell, J., Huang, H., Wang, S., & Norton, M. (2020). World Happiness Report: Chapter 2 Social Environments for World Happiness. Obtenido de https://worldhappiness.report/ed/2020/
Mineo, L. (2017). Good genes are nice, but joy is better. The Harvard Gazette, 11.
Kleponis, P.(2018) The Roseto Effect: How Losing Community Kills Us.
Obtenido de https://thosecatholicmen.com/articles/the-roseto-effect-how-losing-community-kills-us/
Waldinger, R. (2016). What makes a good life? Lessons from the longest study on happiness, Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=8KkKuTCFvzI
Wolf, S., Bruhn, J. G., Egolf, B. P., Lasker, J., Philips, B. U., & Wolff, R. (2021). The power of clan: The influence of human relationships on heart disease. Routledge.